La noticia que a los trabajadores del
Congreso de la República, incluidos los propios parlamentarios, se les pagará
un bono navideño de 1700 soles desató reacciones bastante esperables: por un
lado, una condena general ante dicho beneficio y, por el otro, una defensa
cerrada de los legisladores para recibirlo.
El primero fue el titular del
Parlamento, el apepista Eduardo Salhuana, quien tras confirmar la subvención
sostuvo que esta es producto de una negociación colectiva con los gremios de
trabajadores parlamentarios, por lo que debía acatarse.
Lo propio hizo María del Carmen Alva
(No Agrupada), quien sostuvo que esta costumbre “tiene 50 años”.
“En Navidad, siempre, todos los
trabajadores, porque todos son trabajadores, reciben una canasta... lo que
sea... lo que daban en esa época, ¡todos! El Congreso disuelto, el Congreso
anterior, el Congreso de Humala, el Congreso del APRA, todos. (...) Al final
decidieron (dar) el valor de la canasta. Esa es la información que yo tengo. Y,
efectivamente, fue un tema de negociación colectiva y un tema de acuerdos de
toda la vida”, aseguró ayer en el Hall de los Pasos Perdidos.
DEMAGOGIA
Similar fue la postura del tercer
vicepresidente del Legislativo, Alejandro Cavero (Avanza País), quien también
se amparó en el argumento de que el pago es un convenio con los empleados del
Parlamento, por lo que debe respetarse.
En esa línea, añadió que la aprobación
de la bonificación no depende del Congreso.
“Cualquier parlamentario que quiera
renunciar a ese bono podrá hacerlo tranquilamente, sea demagogia o no”, declaró
ayer a la prensa con desparpajo.
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